La vendimia en la Denominación de Origen Calatayud siempre es un punto de inflexión en el calendario agrícola. Marca el final de un ciclo y el inicio de otro, cuando el trabajo de todo un año se recoge en forma de racimos. Es el momento en el que el sector primario muestra, con esfuerzo y orgullo, el fruto de meses de dedicación, incertidumbre y paciencia.
En este 2025, la campaña comenzó el 9 de septiembre, adelantándose diez días respecto a la media de años anteriores. La causa está clara: el calor extremo y persistente de este final de verano, que ha acelerado la maduración de la uva y ha obligado a tomar decisiones rápidas y precisas en el viñedo. Una vez más, la naturaleza marca los tiempos, recordándonos que la agricultura es un oficio donde la planificación convive con la improvisación.
El pulso del campo: sector primario en primera línea
El sector primario, tantas veces olvidado, sostiene la base de nuestra economía y nuestra identidad. En zonas como Calatayud, la agricultura no es solo producción: es paisaje, cultura, empleo y arraigo. La vendimia, en particular, representa ese vínculo directo entre la tierra y la sociedad.
Cada vendimiador, cada familia viticultora, vive este tiempo con intensidad. Las jornadas se alargan bajo un sol que no da tregua, las manos se tiñen de mosto y la fatiga se mezcla con la satisfacción de ver cómo el esfuerzo de un año se transforma en uva lista para convertirse en vino.
Vivir mirando al cielo
Para los agricultores, mirar al cielo no es una metáfora, sino una necesidad diaria. La campaña 2025 lo vuelve a demostrar: el calor extremo obliga a ajustar horarios, a vendimiar más rápido, a replantear decisiones. Y mientras tanto, siempre queda la duda de si llegarán tormentas, granizo o un cambio brusco de tiempo que pueda alterar lo que ya está en marcha.
Esa dependencia constante de la meteorología refleja la fragilidad y la grandeza del sector. La vid, resistente y noble, se adapta al territorio, pero necesita del cuidado humano para ofrecer lo mejor de sí. Y el viticultor, consciente de ello, se convierte en guardián del viñedo, siempre pendiente de cada detalle.
Calatayud: tradición y resiliencia
En la Denominación de Origen Calatayud, la vendimia no es solo un proceso técnico. Es tradición, herencia cultural y, al mismo tiempo, un reto de adaptación. Las viñas viejas, muchas en vaso y en condiciones extremas de altitud y clima, son testigos de una manera de trabajar que se ha mantenido durante generaciones.
Hoy, además, esa tradición convive con nuevos retos: el cambio climático, la necesidad de sostenibilidad, la presión de los mercados y la responsabilidad de mantener vivo un territorio rural. El sector primario, con los viticultores en primera línea, nos recuerda que sin agricultura no hay futuro posible.
Más allá del vino, una forma de vida
La vendimia 2025 en Calatayud nos enseña, una vez más, que el vino no nace en una bodega, sino en el campo. Cada botella que llega a nuestras mesas guarda en sí misma horas de trabajo, incertidumbre climática, decisiones de agricultores y la pasión de una comarca que vive de y para la viña.
Por eso, hablar de vendimia es hablar de vida en el medio rural, de la importancia de cuidar el sector primario y de valorar a quienes, con su esfuerzo, sostienen el presente y el futuro de nuestra tierra.