Me hace una enorme ilusión compartir con vosotros una noticia importante: he sido elegida presidenta del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Calatayud.
Asumo esta responsabilidad con respeto, con compromiso… y con el convencimiento de que el vino, cuando se cuida desde el origen y se comunica con honestidad, puede ir mucho más lejos de lo que imaginamos.
Una tierra que forma parte de mí
Calatayud no es solo una denominación de origen: es mi casa. Es el paisaje que me ha acompañado desde pequeña, los viñedos que he recorrido, las personas con las que he aprendido y compartido. Por eso, este nombramiento va más allá de un cargo institucional. Es una forma de devolverle a mi tierra una parte de todo lo que me ha dado.
Desde hace años me dedico a contar historias de vino. Lo he hecho a través de mi web, de mi cuenta de Instagram @almuanadon, de catas, visitas a bodegas y conversaciones con quienes sienten el vino como algo propio. Siempre he creído que detrás de cada etiqueta hay mucho más que un producto: hay territorio, trabajo, decisiones y personas. Y eso es lo que me gustaría seguir mostrando, ahora también desde dentro.
¿Qué significa para mí este nuevo papel?
No vengo con grandes eslóganes ni con la idea de reinventar lo que ya funciona. Vengo con ganas de escuchar, de trabajar en equipo y de aportar una mirada que sume: una mirada que combine respeto por la tradición con herramientas de comunicación actuales, que defienda la identidad de nuestra DO pero también explore nuevas formas de contarla y posicionarla.
Creo profundamente en el potencial de Calatayud. En su diversidad de suelos, en la altitud de sus viñas, en la expresividad de su Garnacha, en sus vinos de parcela, en el trabajo constante de viticultores y bodegas. Mi objetivo es que todo eso se conozca más y mejor, dentro y fuera de Aragón, y que cuando alguien escuche “vino de Calatayud”, piense en calidad, autenticidad y carácter.
Los retos y las oportunidades
El sector del vino vive un momento complejo: cambios en el consumo, competencia global, retos climáticos, necesidad de relevo generacional, transformación digital… Pero también es un momento lleno de oportunidades. Calatayud tiene argumentos sólidos para posicionarse con fuerza: viñedos únicos, historia, altitud, variedad, esfuerzo colectivo y una autenticidad que no se fabrica, se vive.
Desde la presidencia, quiero ayudar a que la DO sea un espacio de encuentro, de diálogo y de impulso. Que fortalezca su papel como entidad reguladora, pero también como promotora del valor del territorio, como acompañante de las bodegas en su crecimiento, y como embajadora de nuestros vinos ante el mundo.
Un camino compartido
Sé que este camino no lo recorro sola. Cuento con el apoyo de un sector profesional, comprometido y generoso. También con mi experiencia como comunicadora, mi formación en el ámbito del vino (WSET 2 y 3, Curso Superior de Cata), y sobre todo, con muchas ganas de aprender de quienes llevan años defendiendo esta DO con el trabajo del día a día.
Gracias a quienes habéis confiado en mí para este nuevo reto. Empieza una etapa de construcción colectiva, de escucha activa y de impulso. Estoy convencida de que, trabajando juntas y juntos, podemos hacer que el vino de Calatayud tenga la visibilidad, el reconocimiento y el futuro que merece.
Nos vemos entre viñas, en bodegas… y, por supuesto, en las copas.