De Influencer a Presidenta del Consejo Regulador de la DO Calatayud: comunicar el vino desde dentro

De las redes al territorio

Empecé a compartir vinos en Instagram casi sin querer, sin saber mucho de vino y sin ninguna intención profesional. Poco a poco, la curiosidad fue creciendo y la pasión por el mundo del vino se apoderó de mí. Una copa que sorprendía, una etiqueta que despertaba preguntas, una historia detrás de una viña vieja… todo empezó a tener sentido. Y lo que al principio era solo una forma de expresarme, acabó convirtiéndose en una parte esencial de mi vida.

Lo que vino después fue una mezcla de aprendizaje constante y de conexión emocional con el vino, con sus gentes, con el campo. Me formé, me certifiqué en WSET, hice cursos de cata, visité bodegas, escuché a enólogos, viticultores y sumilleres. Y lo más importante: escuché al vino. Porque cada botella tiene algo que decir, y cuando de verdad te paras a prestarle atención, ya no hay vuelta atrás.

Hoy, años después, esa pasión me ha llevado más lejos de lo que jamás imaginé: he sido nombrada Presidenta del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Calatayud. Y todavía me cuesta creerlo.

Mi cuenta, @almuanadon, ha crecido hasta superar los 55.000 seguidores. En ella comparto vinos que me gustan, historias que me tocan, y reflexiones sobre cómo vivimos y comunicamos el vino. He tenido la suerte de recibir el premio Agroinfluye en la categoría “Más Vino”, y de contar con una comunidad que me ha acompañado desde el primer día.

Pero esto no va solo de redes sociales. Va de compromiso. De territorio. De una DO que siento mía desde mucho antes de comunicarla.

Una responsabilidad que asumo con orgullo

Aceptar la presidencia del Consejo Regulador de la DO Calatayud no es solo un paso profesional: es una forma de implicarme más profundamente con esta tierra, con sus viticultores, sus bodegas, sus paisajes y su historia.

Calatayud no es solo un nombre en una etiqueta. Es un entorno con altitud, con fuerza, con viñas viejas que hablan de resiliencia. Es garnacha que nace en suelos duros, que madura con carácter, que guarda la memoria de quienes la han trabajado durante generaciones.

Quiero aportar mi visión, mi formación y mi experiencia en comunicación para dar visibilidad a lo que ya tenemos: una denominación con personalidad, con autenticidad y con un potencial enorme.

Mi objetivo es ayudar a que más personas conozcan y reconozcan lo que somos: una DO que no necesita disfrazarse para destacar, porque tiene alma propia. Y eso es justamente lo que quiero transmitir.

¿Se puede ser influencer y presidenta?

Me lo han preguntado más de una vez. Y mi respuesta es clara: sí, se puede. De hecho, creo que es una combinación que puede aportar mucho. Porque comunicar el vino desde dentro, con voz propia y con sensibilidad, es más necesario que nunca. Y porque entender el lenguaje actual, las nuevas formas de conectar con el consumidor, también forma parte del futuro de una Denominación de Origen.

Durante mucho tiempo, la figura del influencer ha sido malinterpretada, también en el mundo del vino. Pero para mí, ser influencer es tener la capacidad de influir desde la autenticidad, no desde el postureo. Es abrir una ventana a nuevas miradas, a nuevas formas de disfrutar y valorar el vino.

Seguiré siendo @almuanadon. Seguiré compartiendo lo que me gusta y lo que aprendo. Pero ahora también estaré al servicio de una comunidad más amplia: la de quienes hacen posible que el vino de Calatayud llegue más lejos, y sea reconocido por lo que es.

Mirando al futuro

El reto es grande, lo sé. Pero no estoy sola. Cuento con un equipo comprometido, con bodegas que creen en lo que hacen y con personas que llevan años trabajando por esta denominación.

Desde mi nueva posición quiero aportar visión, estrategia y sensibilidad. Quiero que se escuche la voz de Calatayud. Que se respete su historia y se valore su presente. Y sobre todo, que construyamos juntos un futuro donde el vino siga siendo lo que siempre ha sido: identidad, cultura y emoción.

No se trata solo de vender más botellas, sino de que cada una de ellas lleve consigo un mensaje: que Calatayud está viva, que tiene mucho que decir, y que su vino es tan real como las manos que lo hacen posible.

Gracias a todas las personas que me habéis acompañado hasta aquí.
Esto no es un punto final: es un comienzo.

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